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El milagro de Wembley '99

Como la mayoría de ustedes sabrá, nuestro querido Manchester City está ante una nueva oportunidad de levantar el trofeo de la Premier League. Costó, se remó todo el torneo desde atrás, pero la maravillosa realidad nos dice que estamos a horas de volver a la gloria. Pero quiero que sepan que no siempre todo fue así.

A este video ya lo posteé alguna vez. Es breve, pero significa mucho.

En 1999 el City tocó fondo. Jugó por primera y única vez en su historia en las penumbras de la tercera categoría del fútbol inglés. Una divisional que no merece, por su gente y toda la tradición que arrastra el club. Pero así fue. Con campañas increíbles y goles en contra en momentos decisivos, la institución penaba otro descenso.

A estas mismas alturas, el rival de toda la vida vivía una realidad totalmente opuesta. Brillaba en Champions y escribía con letras de oro su nombre en Europa. El Manchester United era campeón continental.
Pero acá viene lo mágico. La esencia del hincha “ciudadano”. El equipo de la casaca con los colores del cielo arañó puesto de playoffs (equivalente a torneo reducido, por estas latitudes). Acorde a su historia, el City iba por el camino más difícil. Y llegaba a esa final. No contra el poderoso Bayern Munich, como su contra en Europa en esa semana, sino ante el modestísimo Gillingham, en Wembley.

Como encerrado en un mundo paralelo, el hincha del City abarrota el mítico escenario londinense. Brindando una inmensa demostración del más puro amor incondicional, el equipo skyblue moviliza el impresionante número de 75.000 personas por más de 300 kilómetros en ruta. Los mancunianos llegaban a la capital apoyando más que nunca. Cuando más se lo necesitaba. En tercera división.

Pero así y todo, el partido en el que estaban depositadas todas las esperanzas de una ciudad, se tornaba adverso. A poco del final, el conjunto del Gillingham pasaba al frente, con un gol al minuto 81. Caras largas, desazón, miedo a otra temporada en la divisional se veía en las tribunas. Y todo empeoraría escasos minutos más tarde. Al 87’, como una puñalada a lo más profundo del corazón, pegaba de nuevo Gillingham. Todo estaba terminado. La monumental desilusión se apoderaba de las gradas del estadio. El esfuerzo de toda una durísima temporada se iba por la borda. Se tendría que padecer otro año allá abajo. ¿O no?

Pues no. El destino quiso otra cosa. En la última jugada del tiempo regular, a los 90’, Kevin Horlock capitalizaba el inesperado tanto de la esperanza, que encendió tanto el marcador como la pizca de ilusión en todo el pueblo celeste. Pero no fue todo. La vida después de tantos palazos le sonrió al club. Porque en ese pie derecho del escocés Paul Dickov, impulsado por las cientos de miles de almas skyblues, estuvo la gloria. Pasados los 94 minutos de partido. En el último aliento. De las cenizas como el ave fenix, resurgió el Manchester City.

Esto es lo que se puede apreciar en el video. Con esta explicación tal vez puedan entenderlo un poco más. Ponerse aunque sea un momento, en la piel de esos hinchas. Si tienen la fortuna de lograrlo, les aseguro será inevitable que se les ponga la piel de gallina.

Por si les quedó la duda, tras el empate el partido fue a alargue. Se mantuvo la igualada. Y en los penales, surgió la figura de Nicky Weaver para tapar la embestida del Gillingham y abrazar al Manchester City a un esperadísimo ascenso. Ascenso que en ese momento fue la mismísima gloria. Y por eso, ahora que estamos nuevamente por tocarla, creía que era un buen momento para repasar lo vivido. Para que no se nos olvide lo que fuimos. Para recordar que no siempre la actualidad fue como la de hoy. Para que por eso, la disfrutemos mucho más.

Juan Ignacio Izzi.

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